– Lírica italiana y sus autores
Dante, Petrarca y Boccaccio son los tres poetas renacentistas toscanos más importantes de la lírica italiana y son considerados padres de la lírica europea posterior. Con estos autores se establece el Trecento, uno de los períodos fundamentales en el desarrollo de la lengua italiana. Estas son las relaciones que se establecen entre ellos:
Dante y Petrarca: mientras que Petrarca, idealizó a su amada Laura en el Cancionero, también Dante había inmortalizado a su Beatriz en su obra más destacada, la Divina Comedia. Así pues, ambos se ven influenciados por el tópico de la donna angelicata.
Boccaccio y Petrarca: el encuentro de Petrarca con Boccaccio, autor del Decamerón, en Florencia resultó decisivo para sus ideas humanistas, además de que, juntos, constituyeron un momento que intentó rescatar la cultura clásica de los siglos oscuros del Renacimiento.
Dante y Boccaccio: no llegaron a conocerse, ya que ambos eran de distinta época, pero Boccaccio llegó a ser nombrado lector oficial de la Divina Comedia y durante su educación en Nápoles le fue enseñada la vida y obra de Dante.
– Francesco Petrarca
1. Vida y obra del autor
Francesco Petrarca fue un poeta y humanista italiano cuya lírica tuvo una influencia posterior en autores como Garcilaso de la Vega, William Shakespeare y Edmund Spenser. Su gran conocimiento acerca de los autores de la antigüedad y su restauración del latín clásico le dieron la reputación del “primer gran humanista”.
El autor nació el 20 de julio de 1304 en Arezzo y falleció el 19 de julio de 1374 en Padua. Durante su infancia, residió en varias ciudades italianas y francesas debido a las persecuciones políticas que sufrió su padre. Así pues, con 8 años se trasladó de la Toscana a Aviñón y pasó su juventud en la Provenza asimilando la poesía trovadoresca. En 1316 comenzó a estudiar derecho en Montpellier y después pasó a la universidad de Bolonia, donde manifestó su interés por la literatura latina clásica. Tras la muerte de su padre en 1326, regresó a Aviñón y pronunció allí sus votos eclesiásticos.
Tal y como relata en su autobiografía y en el Cancionero, el 6 de abril de 1327 Francesco vio en la iglesia de Santa Clara de Aviñón a Laura y se enamoró profundamente de ella. Desde entonces, esta se convirtió en la protagonista de sus poemas líricos y en la mujer idealizada del poeta. Le inspiraba tal pasión, que el autor le dedicó más de trescientos sonetos reunidos en un “Cancionero” que, a su vez, se dividía en dos partes: “Rime in vita di Laura” y “Rime in morte di Laura”.
La mayor parte de su vida transcurrió al servicio de la iglesia y de la familia Visconti, y finalmente le regalaron una villa cercana a Arqua, en la que pasó los últimos años de su vida. Su fama adquirida se debe a su importancia como autor latino y a los poemas recogidos en el Cancionero, que contribuyeron a revalorizar la lengua vulgar como lengua poética.
Su producción podría dividirse en dos grupos: obras en latín y en lenguaje vulgar, y su influencia dio lugar a la corriente del petrarquismo. Destaca el poema de África, las doce églogas que componen el Bucolicum Carmen y sus biografías de personajes clásicos (De viris illustribus), además del Cancionero. En la primera parte de este se refleja la sensualidad y el tormento del poeta, mientras que, tras la muerte de Laura, el amor se expresa como una adoración espiritual hacia ella.
2. El Cancionero de Petrarca
Esta es la obra más conocida de Francesco Petrarca, quien la compuso en el lenguaje vulgar toscano con tal de idealizar a la mujer de la que estaba enamorado: Laura. Como hemos visto anteriormente, el Cancionero consta de 366 fragmentos que se recogen en dos partes: las rimas en vida de Madonna Laura y las rimas tras la muerte de Madonna Laura.
La obra es perteneciente al siglo XIV y fue publicada por primera vez en Venecia en 1470. Los poemas no son únicamente de carácter amoroso, sino también de amistad, política, morales, patrióticos e incluso de anécdotas. El lenguaje del Cancionero se caracteriza por la vaguedad y simplificación y en la métrica se incluyen 5 formas: balada, sextina, madrigal, canción y soneto.
Estos son algunos de los poemas del Cancionero analizados según sus recursos expresivos y sus tópicos literarios:
Fragmento I
Los que escucháis en rimas el desvelo
del suspirar que al corazón nutriera (Personificación)
al primer yerro de la edad primera,
cuando era en parte otro del que hoy suelo;
del vario estilo con que hablo y celo,
entre el dolor y la esperanza huera, (Antítesis)
de aquel que, porque amó, de amor supiera,
no ya perdón, sino piedad anhelo (Hipérbaton)
Mas ya del vulgo veo cómo en boca
fábula fui gran tiempo en que a menudo (Metáfora)
de mí mismo conmigo me sonrojo;
y que es el fruto que mi furia toca,
vergüenza porque entiendo ya y no dudo
que es breve sueño todo humano antojo (Hipérbaton)
En este fragmento, el poeta acude al pasado para recordar el hombre que fue y los errores que cometió de los que se siente avergonzado y expresa arrepentimiento. El tópico que prevalece es el del paso del tiempo (fugit irreparabile tempus).
Fragmento XVII
Me llueve amargo llanto de la cara (Alusión)
con un viento angustioso de suspiros,
cuando oso por los ojos recibiros,
pues sois vos quien del mundo me separa (Hipérbaton)
Es cierto que mi angustia aquieta y para
el dulce y apacible sonreíros,
y embelesado en ella al distinguiros
del fuego del martirio me repara.
Pero después mi espíritu se hiela (Metáfora sinestésica)
al ver que, al yo partir, con gestos suaves
mi luz fatal de mí apartáis tirana (Hipérbaton)
Soltada al fin por amorosas llaves (Personificación)
tras vos del corazón el alma vuela
y de él meditativa se desgrana.
El autor expresa su dolor al ver que su amor no es correspondido y su amada no valora siquiera ni lamenta su partida. Los tópicos presentes son la miseria del hombre, en este caso del autor, (miseria hominis) y la invocación a algunos medios de la naturaleza.
Fragmento XXV
Lloraba Amor y yo con él lloraba, (Personificación)
del cual mis pasos nunca andan lejanos,
viendo que, por efectos inhumanos,
vuestra alma de sus lazos suelta andaba (Hipérbaton)
Ahora que al recto andar Dios os la clava, (Hipérbaton)
devoto alzando al cielo entrambas manos,
doy gracias de que Él ruegos humanos,
al fin, por escuchar benigno acaba.
Y si, volviendo a la amorosa vida,
porque dieseis la espalda a ese deseo,
hallasteis por la senda foso o loma,
fue por mostrar cuán áspero el rodeo, (Metáfora sinestésica)
y cuán alpestre y dura es la subida,
donde el valor sublime el hombre toma (Epíteto)
Una vez más el poeta se siente desdichado acerca del amor del que parece no poder alejarse y exalta el coraje del hombre enamorado que logra superar las dificultades del camino. Tópicos: el hombre como viajero (homo viator) y la invocación a la naturaleza.
Fragmento XL
Si Amor o Muerte no dañan en nada (Antítesis)
la tela novedosa que ahora tejo,
y si me zafo del porfiado cejo
mientras la dejo de verdad calada;
haré quizás labor tan bien trabada
del nuevo estilo y del discurso viejo, (Antítesis)
que, aunque atrevido y con temor, festejo
que aun Roma su prestigio oirá asombrada. (Encabalgamiento)
Mas pues que para el fin de sus palabras
alguna hebra me falta bendecida
de aquellas que a mi amado padre sobra,
¿por qué muestras tu mano así encogida, (Interrogación retórica)
cual no sueles? Te ruego que la abras; y
verás al fin salir hermosa obra (Epíteto)
El tópico destacado es el Carpe Diem, pues el autor pretende dejar a un lado la vida y la muerte para dar más importancia a otros detalles.
Fragmento XLIX
Por más que te guardé de la mentira
y tanto en cuanto pude te haya honrado,
ingrata lengua, nunca me has premiado (Personificación)
y he hallado a cambio en ti vergüenza e ira;
que, cuando más tener mi amor aspira
ayuda en ti, más fría te has mostrado, (Encabalgamiento)
y si has palabra alguna articulado (Hipérbole)
delirio igual fue a aquel que el sueño inspira.
También, lágrimas vos, la noche entera (Personificación)
me acompañáis, aunque estar solo anhelo;
y huis luego ante aquella en que paz hallo; (Pleonasmo)
y vos, suspiros, prestos en dar duelo, (Personificación)
salís ante ella entrecortados fuera;
en solo el gesto el corazón no callo.
El poeta se siente deshonrado y sufre, como de costumbre, por ese amor tan anhelado que no es jamás correspondido. Tópicos: miseria hominis y desprecio del mundo (contemptus mundi)
Fragmento LXXIV
Estoy cansado ya de pensar cómo
no estoy aún de pensar en vos cansado, (Poliptoton)
y cómo aún la vida no he dejado,
si en ella entre suspiros me carcomo;
y cómo, porque de ellos alma tomo, (Anáfora)
para ojos y cabello y gesto amado, (Polisíndeton)
jamás ni voz ni lengua me ha faltado
que os diesen de callar un día asomo;
y cómo sin fatiga en vano huello (Anáfora)
allá donde vais vos sin que me aparte
saber que gasto en vano mi resuello;
y, al fin, de dónde tinta y papel parte
que a vos consagro. Si fallase en ello,
culpa será de Amor y no del Arte (Personificación)
Al igual que el anterior, este poema se caracteriza por hacer uso del contemptus mundi y la miseria hominis.
Fragmento CXXXIV
Ni encuentro paz ni puedo hacerle guerra; (Antítesis)
y ardo y soy hielo; y todo oso y aplazo; (Polisíndeton)
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada estrecho y todo el mundo abrazo.
Me da prisión que nunca abre ni cierra,
no me sujeta a él ni afloja el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra; (Personificación)
ni la vida me da ni acorta el plazo.
Veo sin ojos, y sin lengua grito; (Metáfora)
y pido ayuda y a mi muerte aliento;
y me odio y amo a otro hasta la hartura. (Antítesis)
Río llorando, en el dolor me ahíto;
un odio igual por vida y muerte siento (Antítesis)
En tal estado estoy por vos, señora.
Fragmento CLVII
Aquel día siempre amargo y señalado (Epíteto)
tanto en mí grabó su imagen viva, (Hipérbaton)
que, aun cuando no hay pincel que lo describa,
me acuerdo de él con puntual cuidado.
El gesto que de gracia hubiese ornado
y el dulce llanto en que pensoso iba,
hacían dudar si era deidad altiva
o mujer, quien el cielo había calmado (Hipérbole)
El gesto ardiente nieve, la crin oro, (Oxímoron)
las cejas ébano, y los ojos soles, (Retrato)
por los que al arco Amor no yerra el tiro;
perlas y rosas en que el mal que adoro
formaba ardiente voz entre arreboles;
cristal su llanto, llama su suspiro.
En este poema, el autor hace memoria del día en el que conoció a su amada, por lo que destaca el paso del tiempo (fugit irreparabile tempus) y la exaltación de la donna angelicata.
Fragmento CCCXLIX
A veces creo escuchar el mensajero
de mi señora, que me está llamando;
¡tanto por dentro y fuera voy mudando, (Metáfora)
y tanto ando de poco lastimero,
que apenas veo en mí quien fui primero!
Todo el vivir antiguo he ido olvidando.
¡Ay si pudiera al fin saber el cuándo! (Exclamación)
Mas debe cerca andar ya el día postrero (Alusión a la muerte)
Oh feliz sea, cuando alzando el vuelo
desta terrena cárcel, deje rota
esta frágil mortal ropa de ahora;
y, alejando la tiniebla en la derrota,
vuele tan alto hasta el sereno cielo, (Metáfora)
que vea a mi Señor y a mi señora.
Tópicos: amor post mortem como expresa el delirio del poeta por la ausencia de su amada, miseria hominis, contemptus mundi y memento mori como recordatorio de que la muerte está al acecho.
Fragmento CCCLXIII
Muerte ha apagado el Sol que me cegaba, (Personificación)
y en tinieblas mi vista ha hecho sumirse;
roble y olmo el laurel veo convertirse;
tierra es la que frío y calor daba: (Antítesis)
y, viendo así mi bien, el mal no acaba.
No es ya quien hace en el temor hundirse
mi cuidado, o helarse o consumirse, (Encabalgamiento)
ni quien de fe lo llena o daño agrava.
Fuera del alcance del que inferna,
que me hizo largo daño, hoy amanezco (Epíteto)
y me hallo en libertad amarga y tierna;
y ante el Señor al que amo y agradezco,
que el Cielo con el ceño ata y gobierna,
cansado y satisfecho comparezco.
Tópicos: miseria hominis, contemptus mundi, quotidie morimur y memento mori (todos ellos relacionados con la miseria del autor y con la muerte).
Priscila Vázquez Reinaldo